El increíble salto de las webs institucionales y la desconfianza en las redes sociales

El barómetro de confianza que presenta cada enero la consultora Edelman desde hace casi dos décadas es hoy prácticamente una biblia para los profesionales de PR del mundo: indica en qué aspectos tendrán que trabajar mejor la reputación de sus clientes y ayuda a evaluar de quién o quiénes cuidarse más a la hora de las críticas.

Para las empresas argentinas, que en el año de los cuadernos podrían haber sufrido una caída histórica de confianza, hay más buenas noticias que malas, mientras que para el gobierno, que podría haber capitalizado los escándalos de corrupción que salpicaron al empresariado y al anterior gobierno kirchnerista, las noticias no son las mejores.

Por lo pronto la Argentina bajó en el índice de confianza en las instituciones en general, contrastando con un mundo que se recuperó moderadamente. La encuesta global divide público informado de público general (aunque aclara que es una encuesta a público conectado a Internet) y que en algunos países en desarrollo el campo podría no ser totalmente representativo. No sería el caso de Argentina, con una penetración de Internet por encima del 80 por ciento de la población.

Pero el mayor contraste se da en la comparación de los datos de confianza entre el gobierno y las empresas.

Por ejemplo: ante la pregunta de confiar en su “empleador”, los argentinos se ubican, con 68 puntos, entre los menos confiados pero con un crecimiento de 7 puntos en el año de los cuadernos, el salto más alto de la tabla. Al mismo tiempo, la confianza en el gobierno, que creció en casi todos los 26 países estudiados, en Argentina tuvo este año la mayor caída de la tabla, de 10 puntos, para ubicarse en el segmento de “desconfiados”, concretamente en el puesto 22. No es un dato demasiado llamativo, ya que en las encuestas locales la credibilidad del gobierno también se derrumbó, en un año que terminó con la inflación más alta en casi dos décadas, desmintiendo la promesa de “inflación de un dígito” para 2018 lanzada por el gobierno al asumir, tres años atrás.

En contraste, a la pregunta general de la confianza en las empresas, Argentina sube 5 puntos y se ubica en el puesto 16, mejor que Gran Bretaña, España y Alemania.

Otro dato muy llamativo en favor de la credibilidad de las empresas en el “año de los cuadernos”, ese escándalo por el que quedaron expuestas docenas de empresas contratistas con el estado por pagar sobornos a los anteriores gobiernos kirchneristas, es que los argentinos les tienen fe a las empresas de poder “mejorar la sociedad en la que vivimos”. En este criterio, la Argentina se ubica, con 78 puntos, claramente por encima del promedio, de 73, con un increíble crecimiento de 12 puntos.

Casi se podría sacar como conclusión que el escándalo de los cuadernos le cayó bien a la imagen de las empresas.

Este dato del prestigioso Trust Barometer de Edelman podría estar humedeciendo de pura emoción los ojos de los RR.PP. argentinos que deben lidiar desde hace medio año cotidianamente con los problemas de reputación de sus clientes involucrados en el escándalo de sobornos: los argentinos están entre los que más creen que las empresas pueden ganar plata y aun así mejorar la sociedad. El dato también es alentador, si se tiene en cuenta que Argentina cuenta con una opinión pública tradicionalmente estatista y siempre sospechosa de la iniciativa privada.

De alguna forma también este dato estaría desmintiendo el pronóstico del panel de profesionales de comunicación que mayoritariamente anticiparon que el escándalo de los cuadernos del chofer Centeno iba a teñir negativamente a todo el empresariado.

Pero el gobierno no es el único que no queda bien parado en el barómetro de la mayor consultora de relaciones públicas del mundo: los medios de comunicación tampoco salieron bien en Argentina en cuanto a su nivel de confianza. Pese a haber demostrado ser clave en la investigación de la corrupción, se ubicaron en el segmento de los “desconfiados” por el público con una caída de un punto.

Otra buena noticia, esta vez para las empresas de todo el mundo, fue que los portales y sitios

así como perfiles y fan pages en redes sociales de las propias marcas y corporaciones (owned media) pegaron un salto muy importante en credibilidad en la nueva medición y se acercaron a la confianza de los medios tradicionales y los buscadores (al tope): el sueño de no depender siempre de los medios para ganar credibilidad, hecho realidad.

Los perdedores de esta medición, definitivamente, son las redes sociales, que se ubican al fondo de la tabla de confianza.

La medición de este año, que se produce luego de un notable crecimiento de la xenofobia en muchos países, pero también a la luz de las protestas de los “pecheras amarillas” en Francia, arroja también dos datos que deberían llamar la atención de las empresas en todo el mundo: 1 de cada 5 encuestados afirma que “el sistema no está funcionando para mí”: es el caldo de cultivo para más extremismo, más xenofobia y más protestas contra el sistema democrático liberal de Occidente.

Otro dato llamativo es el crecimiento vertiginoso de la participación individual con información y noticias: los “amplificadores” de noticias en las redes saltaron de 26 a 40 por ciento, a la par que los “desconectados” del mundo informativo se redujeron de 49 a 28 por ciento contra el año anterior. Este es un dato a tener muy encuenta por los agoreros que sostienen que a la gente le interesa cada vez menos informarse y que los medios hablan de temas que cada vez interesan a menos gente.

En este contexto, la caída de la confianza de las redes sociales en todos los públicos es un toque de atención, especialmente para gobiernos, como el argentino, que sostienen que hoy basta con informar a la gente a través de las redes sociales porque ya no interesa escuchar lo que los medios tienen para contar.

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