“Asqueroso CEO es el peor jefe del mundo”. Así rezaba el título del New York Post, un diario que no se preocupa por las tendencias en comunicación, sino por los escándalos, y si vienen con sexo involucrado, mucho mejor. Así empezó la crisis, que roza a WPP, dueño de Walter Thompson y de Ogilvy & Mather, su anterior empleador en Argentina. WPP es el mayor conglomerado de empresas de comunicación del mundo, y no le cae bien haber albergado en Nueva York a un “coronel” supuestamente acosador, sexista, racista, maleducado y -en la ciudad judía por excelencia- encima antisemita.

Una revista que sí se interesa por la comunicación se preguntaba: “¿Sobrevivirá la reputación de la agencia de publicidad más antigua del mundo la debacle de Gustavo Martínez?”. Se trata de PR Week, que probablemente no imagine que este, como tantos otros escándalos, pasarán y se olvidarán con el tiempo.

Lo cierto es que don Martínez, mientras desarrollaba para sus clientes contenidos para la inclusión y el combate a la discriminación de la mujer, se la pasaba haciendo a sus colaboradoras bromas de muy mal gusto jugando con que él las violaría, acusándolas de libertinas, tratando a empleados negros de “monos” y a los colegas hebreos de “judíos de mierda”.

Para más ironías, J Walter Thompson, mientras Martínez desarrollaba sus bromas sexistas y guarangas -según la demanda- estaba rodando para la BBC un documental contra la discriminación de género.

Algunos de estos comentarios del CEO y chairman fueron grabados, y otros escuchados en vivo y en directo por periodistas del sector de la comunicación, como Campaign, una de las más influyentes del mundo, que podría salir de testigo. De hecho, el prestigioso Douglas Quenqua, ex colaborador del New York Times que ahora escribe para esa revista de marketing, saldría como testigo de las blasfemias de Martínez.

WPP, el conglomerado dirigido por el legendario Sir Martin Sorrell desde Londres, contrató los mejores abogados laboralistas y, como no podía ser de otra forma, una consultora de PR para enfrentar la crisis y la curiosidad de la prensa y las críticas en las redes sociales: la inglesa Finsbury, que también es parte de WPP.

La demanda por discriminación la inició Erin Johnson, que era nada menos que la jefa de prensa de JWT, y no solo se dirigió contra su ex jefe, Martínez, sino contra todo el holding WPP. La empresa de Martin Sorrell ahora lanzó en todo el mundo una fuerte campaña de comunicación interna para reforzar los valores de diversidad y respeto a las minorías en las cientos de agencias de publicidad, PR, marketing y encuestas que posee en todo el mundo.

Martínez negó la acusación. Desde Imagen intentamos contactarlo, pero no respondió. Lo cierto es que sus ex colegas de Buenos Aires dicen estar sorprendidos por su presunto comportamiento discriminatorio y ofensivo. En la página de Facebook de Martínez, Ricardo Fitz Simon, el ex CEO de Walter Thompson durante la gestión de Martínez al frente de la “hermana” Ogivly, le transmite amodo de aliento que “no creo una letra de la demanda. Siempre fuiste y sos un Caballero y mejor persona!”. Otros ex colaboradores que prefieren el anonimato aseguran que Martínez “siempre se comportó como un caballero”.

Cuando Martínez trabajaba en Argentina como CEO de Ogilvy & Mather intentó lanzar Ogilvy PR, la consultora de RR.PP. vinculada a esa agencia, pero el intento no prosperó. Actualmente WPP opera en Argentina, con suerte diversa, las consultoras Burson-Marsteller y HK Strategies.

Sea como fuere, o la percepción de sus ex colegas argentinos es distinta, o comentarios que aquí pasan de largo, en Nueva York pueden ser considerados gravísimas ofensas.

La Justicia tiene la palabra.